Desde la comuna de Mouanko, en la región del Litoral de Camerún, Elise Pierrette Memong Meno, integrante de la Red Africana de la Economía Socialo Solidaria (RAESS) y de la Red Nacional de la Economia Social Solidaria de Camerún (RESSCAM), trae consigo la experiencia de las mujeres que han convertido la pesca de palourdes (ostras) en un motor de sustento y de lucha por la dignidad.

Mouanko, ubicado a lo largo del río Sanaga, está compuesto por siete pueblos donde la pesca es la principal actividad económica. Las mujeres se han especializado en la recolección de palourde, abasteciendo a cocineras que llegan desde Douala —la principal ciudad económica del país— y a compradores nigerianos que utilizan las conchas en su farmacopea tradicional. Las pescadoras ejercen su oficio durante cinco meses al año, respetando el ciclo reproductivo del ecosistema, y recolectan entre 30 y 49 carretillas de ostras por semana.

A pesar de su papel crucial en la economía local, estas trabajadoras han vivido durante años en condiciones de precariedad, sin protección social ni reconocimiento legal. Vendían la carne de ostra entre 3,5 y 5,30 euros, mientras que los hombres revendían los sacos de conchas hasta por 23 euros, generando una cadena de desigualdad. Los compradores nigerianos, que fijan los precios del mercado, las presionaban para romper el ciclo reproductivo y usar redes de malla fina para satisfacer la demanda, amenazando la sostenibilidad del recurso.

El desafío es claro: mutualizar recursos y capacidades para producir respetando la naturaleza, defender un precio justo, ocupar espacios de decisión en la gestión de los recursos naturales y en los consejos municipales, y sobre todo, reclamar los derechos humanos de las mujeres pescadoras. 

Gracias al acompañamiento del RESSCAM/RAESS, estas mujeres han iniciado un proceso de transformación. Se han organizado en cooperativas, han recibido formación, han impulsado acciones de incidencia política y han comenzado a migrar hacia el sector formal. Hoy mejoran sus ingresos, acceden a programas de protección social y participan activamente en la gobernanza local. Lo que antes era aislamiento y precariedad, hoy comienza a convertirse en organización y fuerza colectiva.

Entre las soluciones en curso destacan el fortalecimiento de la organización de las pescadoras, la búsqueda de mercados equitativos y la defensa de los derechos humanos. La Economía Social y Solidaria (ESS) se ha convertido en un verdadero instrumento de empoderamiento femenino y soberanía alimentaria.

En su maleta hacia Nyéléni, Elise lleva la experiencia de estas mujeres valientes que, al con organización y solidaridad, han demostrado que otro modelo económico es posible.