
Desde una ciudad artesanal y manufacturera del Ecuador, rodeada por una ruralidad agrícola y agroecológica diversa, Roberto Enrique Ochoa Dávila —miembro de la Comisión de Pueblos Originarios de RIPESS LAC y de la Asociación Intercultural de Yachak Aiyapu Pumapungo— lleva en su maleta la fuerza espiritual, cultural y política de los pueblos originarios, profundamente conectados con la Chakra, la tierra y el universo.
En su territorio, la soberanía alimentaria se cultiva desde la agroecología, la medicina ancestral, las semillas tradicionales, el agua, los sistemas silvopastoriles, la biodiversidad y la protección de los saberes de mamás curanderas, comadronas y productoras. Todo ello sostenido en valores de reciprocidad, trueque, minka, ayllu y ayni, que reafirman la justicia social, comunitaria y ambiental.
Los desafíos son múltiples y estructurales: el avance del agronegocio con transgénicos y químicos frente a la precariedad de la producción agroecológica; la presión del sistema farmacéutico industrial sobre la medicina ancestral; la falta de acceso a mercados justos; la degradación de los suelos y fuentes hídricas; y la amenaza constante del extractivismo sobre los territorios ancestrales.
Desde la Economía Social y Solidaria (ESS), los pueblos originarios fortalecen la relacionalidad entre cielo y tierra, agua y semillas, comunidad y naturaleza. La Chakra se vive como una economía biodiversa y solidaria, mientras que la minka —trabajo colectivo y solidario— se convierte en un acto político profundo por el bien común. Las prácticas agroecológicas, los sistemas participativos de garantía, la medicina ancestral y la espiritualidad andina consolidan una vida digna y en armonía con la Pachamama.
Las estrategias en marcha son diversas y articuladas:
– Recuperación de semillas tradicionales y defensa de fuentes de agua.
– Formación de escuelas comunitarias en agroecología y medicina ancestral.
– Creación de ferias agroecológicas, espacios de comercialización justa y consumo responsable.
– Impulso de cooperativas solidarias, emprendimientos de mujeres y jóvenes, y sistemas de ahorro y crédito en territorios indígenas y rurales.
– Incidencia en políticas públicas locales, regionales y nacionales, incluyendo procesos constituyentes y cartas magnas que reconocen el Buen Vivir y los derechos de la naturaleza.
– Promoción de tecnologías apropiadas, no invasivas, que respetan los ritmos de la tierra y la cultura.
– Defensa de los territorios frente a la minería, la contaminación y la destrucción de ecosistemas, con acciones de regeneración de suelos y protección de la agrobiodiversidad.
– Articulación entre saberes tradicionales y académicos, generando espacios dialógicos para construir propuestas desde la comunidad.
Al foro Nyéléni, Roberto trae un símbolo milenario que fortalece la visión espiritual y cultural de la agricultura ancestral y la territorialidad indígena. En clave ritual e identitaria, representa el Rito Andino a la Soberanía Alimentaria: Fuego, Tierra, Agua y Viento, en diálogo sagrado entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Es el corazón vivo de la Comunidad de Vida.