En este 8 de marzo Día Internacional de la Mujer el Grupo de Trabajo de Mujeres y ESS de RIPESS, en colaboración con Quartiers du Monde, publica este artículo sobre cómo la perspectiva de género puede cuestionar y transformar las relaciones de poder en el seno de la ESS.

Una actividad económica social y solidaria no cuestiona de facto las relaciones de dominio de género. El hecho de que una actividad económica sea realizada por una mujer o un grupo de mujeres no significa sistemáticamente que se pongan en tela de juicio las relaciones de poder de dominación y subordinación entre hombres y mujeres, y entre las propias mujeres.

La Economía Social Solidaria (ESS) debe contribuir a la emergencia de un modelo de desarrollo basado en los valores de equidad, justicia, transparencia y solidaridad, pero aunque las mujeres representen más del 70 al 80% de la fuerza laboral de la ESS, tanto en su condición de fundadoras de empresas, como de administradoras, empleadas y beneficiarias, no se logra la igualdad entre mujeres y hombres, especialmente en términos de gobernabilidad, equidad salarial, diversidad de opciones y/o acceso a recursos económicos y políticos.

La ESS (como proceso que reúne a una comunidad en torno a una actividad económica) promueve valores de solidaridad, pero no cuestiona las relaciones de poder entre mujeres y hombres, permanece ciega a las diferentes realidades, necesidades, deseos y obligaciones de mujeres y hombres.

Ya a principios de los años 2000, las críticas feministas criticaban la visión dominante de la ESS por invocar razones de eficacia para aceptar estrategias más pragmáticas, que dan más importancia a la dimensión económica que a la finalidad social en el diseño y desarrollo de las iniciativas, dando así prioridad a las iniciativas de carácter empresarial. Ya estaban cuestionando la capacidad de la ESS para desarrollar empleos de calidad para las mujeres.

Otros críticos más severos estaban preocupados no sólo de que hubiera poca preocupación por el reconocimiento del trabajo de las mujeres, sino de que la ESS llevaría a «compartir la pobreza en lugar de la riqueza». Muchas mujeres en el campo e investigadores argumentaron que el proceso de institucionalización secundaría las percepciones de las mujeres sobre la economía y despojaría al proyecto de su potencial transformador.

Finalmente, muchos concluyeron que la ESS era un paso atrás para el movimiento de mujeres y emprendieron una retirada defensiva para evitar una mayor inseguridad económica para las mujeres y los grupos de mujeres. Para la mayoría de las mujeres que participaron en el debate, no se trataba de aplaudir el puesto de los órganos de consulta y estructuración, sino de ocupar más y mejor el terreno y, posiblemente, de manera más controvertida, con el fin de defender los intereses de las mujeres y obtener el reconocimiento de su trabajo remunerado o no remunerado.

La integración de la perspectiva de género en los procesos de ESS como metodología permite cuestionar y transformar las relaciones de dominación/poder, así como las desigualdades construidas en el modelo económico dominante (patriarcal y capitalista), reproducido y reforzado en el mundo del trabajo. Así, la integración de la perspectiva de género en la ESS permite comprender los mecanismos del patriarcado y su impacto en la vida cotidiana de las mujeres y los hombres sin proponer nuevos postulados, y la integración de la perspectiva de género en la ESS permite eliminar los obstáculos que encuentran las mujeres en su proceso de empoderamiento socioeconómico.

La ESS sin perspectiva de género no sólo no busca deconstruir las desigualdades de género existentes, sino que ignora muchos de los componentes que estructuran y reproducen el sistema patriarcal: la división sexual de la gobernabilidad y el trabajo, la violencia contra las mujeres, las masculinidades hegemónicas, etc., mientras que el principal mecanismo del patriarcado es establecer relaciones de poder y dominación entre mujeres y hombres, entre mujeres y hombres.

Para la creación/consolidación de iniciativas empresariales sociales y solidarias con perspectiva de género que empoderen a las mujeres, es importante contar con herramientas adecuadas que permitan cuestionar la situación (y facilitar el análisis) de las mujeres en todos los ámbitos (formación/educación, salud, vida familiar, apoyo a su entorno, organización, etc.) y en los diferentes espacios (público y privado) de su vida, así como el apoyo técnico.

La integración de la perspectiva de género en el apoyo al emprendimiento social y solidario requiere una estrategia global que incluya mecanismos concretos ubicados tanto en el funcionamiento de la empresa como en su posicionamiento político (en su contexto socioeconómico) para asegurar que mujeres y hombres tengan un lugar en la empresa, que estén empoderados social y económicamente y que se desarrollen de manera justa.

Las entidades de Mujeres del Mundo también afirmaron que el desafío de la ESS con perspectiva de género es analizar las jerarquías y desigualdades de género, a fin de reconocer y hacer visibles las tareas de protección y cuidado que asumen las mujeres, tareas que son esenciales para las necesidades de sus familias, sociedades y capitales.

Si queremos que las iniciativas de ESS de las mujeres sean verdaderos vehículos para el empoderamiento, se deben cumplir ciertas condiciones:

  • el pleno reconocimiento de la contribución de la mujer al desarrollo social y económico, sin dejar de tener en cuenta las diferencias pertinentes en la condición jurídica y social de la mujer.
  • sensibilizar a la comunidad, a los intermediarios que desarrollan iniciativas de ESS, a las redes de ESS, a los socios e inversores en ESS, sobre la importancia de documentar y comunicar los efectos diferenciales que encuentran las mujeres y los hombres en la ESS para promover el ajuste de las prácticas.
  • la realización de un inventario y de estudios en profundidad sobre el lugar de las mujeres en la ESS (con datos específicos de género, datos cualitativos, etc.), así como la aplicación de herramientas de seguimiento del impacto que tengan en cuenta las cuestiones de género.
  • la implementación de medidas de «acción afirmativa» para las iniciativas de ESS dirigidas por mujeres (relativas a mecanismos de financiación, mecanismos de apoyo adecuados, etc.).
  • la abolición de la división sexual del trabajo, el reconocimiento del trabajo invisible de las mujeres y la desaparición de los guetos laborales.
  • participación plena e igualitaria en los lugares de poder y desarrollo.
    la aplicación de políticas proactivas en materia de igualdad de género (paridad, igualdad de remuneración, carreras, tiempo social, etc.) en las estructuras de la ESS, mediante la formación de sus actores, políticas de incentivos, etc.
  • sensibilizar contra los estereotipos de género y las prácticas discriminatorias en las diferentes áreas de la ESS.
  • fortalecer la perspectiva de género en la incidencia y la agenda de los actores de la ESS.
  • la herramienta para luchar contra la pobreza y la exclusión, satisfaciendo al mismo tiempo las necesidades de las mujeres que no están cubiertas por la economía de mercado.

Los acuerdos de la red se refieren actualmente a la implementación de actividades transformadoras que permitan avanzar hacia un objetivo de justicia social, a través de espacios de formación, de trabajo en red y de la distribución equitativa del poder y de la riqueza de los colectivos. También se hace hincapié en la vigilancia contra la violencia y las actitudes de dominación de género, cualquiera que sea su forma, así como en la distribución justa y equilibrada de las tareas (incluidas las tareas reproductivas) entre los miembros, mujeres y hombres.

La integración de la perspectiva de género en la ESS busca transformar la percepción, la acción y el impacto de este modelo en la vida de las mujeres, cuestionar y transformar las relaciones de poder entre hombres y mujeres y entre mujeres, convertir sus iniciativas económicas en un espacio de empoderamiento para fortalecer su poder de acción.

El reto de la red es transformar las relaciones de poder y los roles asignados por el patriarcado a mujeres y hombres, para adaptar un sector económico que permita a las mujeres aumentar su autonomía (económica, política y social) mediante el reconocimiento y la revalorización de su trabajo (producción y reproducción).

La ESS con perspectiva de género es una metodología de trabajo que integra las cuestiones de igualdad de género en los valores y prácticas de la ESS en todas las etapas de la creación de una actividad de ESS. Mantiene el deseo de romper con el capitalismo de los principios de la ESS y le aporta reflexiones y conceptos de la economía feminista.

Escrito por el grupo de trabajo «Mujeres y ESS» de RIPESS y Quartiers du Monde.