Hoy, 31 de octubre, celebramos el Día Mundial por el Derecho a la Ciudad. RIPESS, como miembro de la «Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad«, destacamos nuestro compromiso diario para hacer de las ciudades un bien común y poner en marcha nuevas formas de garantizar los derechos humanos con la visión del derecho a la ciudad y la democracia participativa. 

Nosotras y nosotros, movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos locales estamos comprometidas-os con el cambio social a través de la promoción, defensa y realización de todos los derechos humanos relativos al hábitat, incluyendo el derecho a la vivienda, la tierra y el derecho a la ciudad.

Cada mes de octubre, empezando en el Día Mundial del Hábitat (7 de octubre) y hasta el Día Mundial de las Ciudades (31 de octubre), las Naciones Unidas y sus aliados organizan un mes de actividades sobre ciudades y asentamientos urbanos. Aprovechando ese impulso, varios movimientos y organizaciones que defienden y promueven los derechos humanos relativos al hábitat en todo el mundo se están haciendo oír para reclamar firmemente que los gobiernos nacionales, regionales y locales respeten, protejan y cumplan estos derechos.

El 31 de octubre celebramos el Día Mundial por el Derecho a la Ciudad, reinterpretando la designación de las Naciones Unidas como Día Mundial de las Ciudades. Entendemos el Derecho a la Ciudad como el derecho de todos las-os habitantes, presentes y futuras-os, permanentes y temporales, a habitar, usar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar de ciudades, pueblos y asentamientos humanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para disfrutar de la vida con paz y dignidad. Aprovechamos esta oportunidad para redoblar los esfuerzos individuales y colectivos para hacer realidad la justicia social, el derecho a la tierra y a la vivienda y el derecho a la ciudad para todas-os.

Los derechos humanos a la vivienda, la tierra y el derecho a la ciudad siguen estando fuera del alcance de más de 1.000 millones de personas en las zonas rurales y urbanas de todo el mundo, incluidos al menos 100 millones viviendo en la calle. Mujeres y hombres, niñas y niños, personas discapacitadas, personas mayores, minorías visibles, grupos marginados y comunidades enteras quedan fuera de las políticas públicas actuales. Incluso peor, muchas-os sufren cada día violencia de todo tipo por parte de los agentes públicos y privados.

Debido a esta injusticia, todas-os los que defienden los derechos humanos a la vivienda, la tierra y el derecho a la ciudad han adoptado estas fechas para recordar a sus conciudadanas-os que en la mayoría de los países hay millones de personas que no tienen una vivienda digna ni oportunidades de acceder a la tierra.

En los últimos años, la lucha por los derechos humanos relativos al hábitat ha sido causa de persecución y criminalización por parte de poderosas fuerzas que tratan la tierra, la vivienda y la ciudad como mercancías. Este retroceso global contra los derechos humanos se ha hecho sentir con especial violencia contra las-os defensoras-es de los derechos humanos y los movimientos sociales que están a la vanguardia de las luchas por los derechos humanos relativos al hábitat.

Cifras de 2018 indican que al menos 164 personas que defienden su hábitat y sus derechos ambientales fueron asesinadas, siendo América Latina la región más peligrosa con un total de 83 muertas-os. stas cifras aumentan constantemente. Esto se alinea con una sorprendente tendencia mundial que triplicó los asesinatos de defensoras-es de la tierra entre 2015 y 2016.

Como se afirma en la Declaración de Naciones Unidas sobre las-os Defensoras-es de los Derechos Humanos, las autoridades en todas las esferas del gobierno tienen la obligación de tomar todas las medidas necesarias para garantizar un entorno propicio para el trabajo legítimo de los defensores de los derechos humanos y poner fin a estos asesinatos, encarcelamientos y amenazas, para proporcionar una justicia adecuada y para proteger a quienes defienden los derechos de las personas y de los territorios que habitan. En este sentido, reconocemos la existencia de numerosas iniciativas transnacionales lideradas por gobiernos locales que buscan proteger a los defensores de los derechos humanos en todo el mundo y, al hacerlo, contribuir a construir una cultura de derechos humanos más fuerte a nivel local. Sin embargo, el surgimiento de regímenes autoritarios en todo el mundo representa una importante amenaza para los defensores de los derechos humanos que los hace vulnerables a los abusos, incluso por parte de las autoridades públicas.

Lanzamos una campaña para promover y proteger a las-os defensoras-es del hábitat en su lucha por nuestros derechos humanos a la vivienda, la tierra y el derecho a la ciudad.

Unamos nuestras fuerzas para llamar la atención mundial sobre la violencia que sufren quienes defienden nuestros derechos a la vivienda, a la tierra y a la ciudad, invitamos a organizaciones, movimientos y gobiernos locales e internacionales a apoyar este llamado.

Invitamos a todos los movimientos y organizaciones sociales a compartir casos de defensoras-es, especialmente mujeres, que se encuentran amenazadas-os, para aumentar la sensibilización y la solidaridad en todo el mundo.

«Por el derecho de todas las personas a un lugar seguro donde puedan vivir en paz, dignidad y armonía con la naturaleza, tanto las generaciones actuales como las futuras».

Podéis leer a la declaración completa aquí.